Una remodelación del cuerpo precisa es el objetivo de la lipoescultura, una técnica que en sus dos vertientes, quirúrgica y no invasiva, ayuda a eliminar los depósitos de grasa para lucir una figura envidiable.
En líneas generales, la lipoescultura se puede encuadrar en dos grandes grupos: invasiva y no invasiva. La primera de ellas es muy similar a la liposucción tradicional, una técnica que en España alcanza las 20.000 intervenciones al año, según datos de la Sociedad Española de Cirugía Plástica, Reparadora y Estética.
La lipoescultura invasiva requiere una intervención quirúrgica y, por lo tanto, pasar y asumir todos los riesgos propios de cualquier cirugía, que van desde una serie de pruebas médicas en el preoperatorio, problemas en la intervención con la anestesia, o un post-operatorio más largo y complicado. Por este motivo, es crucial acudir siempre a médicos especialistas y a clínicas de estética que cuenten con todos los permisos y acreditaciones de los organismos públicos correspondientes, tanto de licencia de apertura como de control sanitario.
Por otro lado, la lipoescultura no-invasiva no se aplica en clínicas de cirugía estética, sino en centros de estética en los que no es necesario contar con personal médico, pero sí correctamente formado en el uso de las máquinas y en sus indicaciones dependiendo del tipo de paciente.
Dentro de la lipoescultura no-invasiva hay varias técnicas distintas, entre las que destacan la cavitación, la mesoterapia, el láser de diodo o la radiofrecuencia, y lógicamente su efectividad e indicación dependen de la técnica elegida, la duración del tratamiento y el problema estético de base que tiene el paciente. No obstante, sus resultados son mucho menores que los de la lipoescultura invasiva, ya que se limitan a atacar los acúmulos de grasa de manera indirecta y desde el exterior de la piel.
Y es que, en este caso, la lipoescultura no-invasiva es una ayuda más a un programa clásico de dieta y ejercicio, mientras que la lipoescultura quirúrgica puede ser una solución única, ya que elimina la grasa desde dentro. En ningún caso un paciente se convertirá en una persona delgada única y exclusivamente con lipoescultura.
Los precios, lógicamente, son significativamente inferiores para la lipoescultura no-quirúrgica, ya que un tratamiento de 10-12 sesiones (el mínimo sugerido para empezar a notar resultados) puede costar desde 80 euros cada una de ellas.
Por otro lado, la lipoescultura no-invasiva no se aplica en clínicas de cirugía estética, sino en centros de estética en los que no es necesario contar con personal médico, pero sí correctamente formado en el uso de las máquinas y en sus indicaciones dependiendo del tipo de paciente.
Dentro de la lipoescultura no-invasiva hay varias técnicas distintas, entre las que destacan la cavitación, la mesoterapia, el láser de diodo o la radiofrecuencia, y lógicamente su efectividad e indicación dependen de la técnica elegida, la duración del tratamiento y el problema estético de base que tiene el paciente. No obstante, sus resultados son mucho menores que los de la lipoescultura invasiva, ya que se limitan a atacar los acúmulos de grasa de manera indirecta y desde el exterior de la piel.
Y es que, en este caso, la lipoescultura no-invasiva es una ayuda más a un programa clásico de dieta y ejercicio, mientras que la lipoescultura quirúrgica puede ser una solución única, ya que elimina la grasa desde dentro. En ningún caso un paciente se convertirá en una persona delgada única y exclusivamente con lipoescultura.
Los precios, lógicamente, son significativamente inferiores para la lipoescultura no-quirúrgica, ya que un tratamiento de 10-12 sesiones (el mínimo sugerido para empezar a notar resultados).
Fuente: webconsultas.com