El lipedema (también conocido como “síndrome de la inflamación”) es una enfermedad crónica que afecta en mayor parte a las mujeres.
Se caracteriza por una acumulación desmesurada de tejido graso en la zona de las caderas.
A diferencia de la clásica celulitis o de las “cartucheras”, puede incluso llegar a la zona de las pantorrillas y tobillos y cursa con dolor intenso.
Quien lo sufre siente el impacto del problema estético y toda la implicación psicológica que ello conlleva, puesto que, casi sin saber cómo y de forma repentina, ve cómo aumenta el volumen sus caderas y piernas hasta limitarse su movilidad.
El lipedema no es tan común en los hombres, pero en los pocos casos conocidos se experimenta una inflamación muy llamativa en el área del rostro.
Cabe señalar, además, que no es un simple problema de obesidad: en este caso la alimentación o los hábitos de vida del paciente no tienen nada que ver con esa acumulación excesiva de grasa.
¿Qué causa el lipedema?
Por curioso que parezca, no hay muchos estudios claros y objetivos sobre qué origina el lipedema y esa acumulación excesiva de grasa en las piernas, brazos o rostro en el caso de los hombres.
Se sospecha que hay una causa genética, y que pueden influir factores metabólicos, inflamatorios y, ante todo, hormonales.
¿Qué síntomas presenta?
- Esta acumulación anormal de grasa puede empezar en la pubertad, después de un embarazo o incluso en la menopausia.
- Lo primero que notan estos pacientes es lo siguiente:
- Dolor en los tejidos blandos en reposo, al caminar o al tocarlos.
- Súbita acumulación de grasa lipedémica, desde la cintura hasta las rodillas o los tobillos.
- Los pies no se ven afectados.
- La grasa se acumula en nódulos o almohadillas que ejercen presión en las articulaciones, hasta el punto de no poder caminar con normalidad.
- La piel pierde su elasticidad.
- Aparecen edemas y moretones.
Al cabo de unos meses tras experimentar esta primera etapa, la persona notará lo siguiente:
- Sensación de frío constante.
- Fatiga.
- La piel adquiere una textura similar a la goma.
- Dolor crónico y deterioro progresivo de la movilidad. Dos factores que, sumados a los problemas de imagen corporal, generan sentimientos de abatimiento, rabia y tristeza hasta el punto de desarrollar una depresión.
Hay tratamiento para el lipedema
Tal y como hemos señalado al inicio, el lipedema no tiene nada que ver con una mala alimentación o con hábitos de vida poco saludables.
Estamos ante una enfermedad crónica, limitante y desgastante para las personas que la padecen. De ahí que el enfoque terapéutico deba ser muy amplio e individualizado para cada persona, sin excluir, por supuesto, el ámbito psicológico.
Las dietas y las curas de ayuno no solucionan el problema del lipedema. Tampoco hay un tratamiento farmacológico específico que pueda resolver esa tendencia excesiva a acumular grasa.
Los tratamientos más comunes que suelen usarse son los siguientes:
- Prendas de contención con el fin de “drenar” y eliminar la grasa.
- Masajes enfocados al drenaje linfático manual.
- Presoterapia.
- Ondas de choque.
- Mesoterapia.
- Radiofrecuencia.
Cabe señalar, además, que la liposucción no siempre ayuda. No es la solución, y en muchos casos puede ser algo muy negativo para muchas personas, porque la grasa volverá a aparecer al cabo del tiempo.
Muchas pacientes están viendo grandes resultados con la natación. Se trata al fin y al cabo de hallar esa estrategia que más le funcione a cada enfermo,.
Ahí donde afrontar cada enfoque con optimismo, asumiendo ese cambio, esa enfermedad para la cual no hay de momento una solución efectiva.
Fuente: noticiassin.com