¿Cirugía plástica infantil?

Un reciente informe de la Sociedad Española de Cirugía Plástica, Reparadora y Estética (SECPRE) señala que 1.3 del total de las operaciones de cirugía estética se realizan en menores de 18 años.

otoplastiaOperaciones de estética y niños son dos palabras que juntas, en principio, impresionan. ¿Por qué se operan los menores? Orejas de soplillo (otoplastia), reducciones mamarias, malformaciones craneofaciales y otras intervenciones son algunas de sus demandas.

Un reciente informe de la Sociedad Española de Cirugía Plástica, Reparadora y Estética (SECPRE) señala que 1.3 del total de las operaciones de cirugía estética se realizan en menores de 18 años. El doctor Ángel Juárez Cordero, jefe del departamento de Cirugía Plástica, Estética y Reparadora del Hospital La Zarzuela de Madrid, es experto en ellas.

Este especialista distingue entre dos tipos de cirugías en este campo, la reparadora y la estética, si bien ambas están relacionadas: “Una cirugía reparadora tiene que tener un resultado estético”, apunta el doctor Juárez.

La cirugía reparadora está indicada para recuperar la función y reconstruir defectos congénitos, tumorales o postraumáticos, mientras que la cirugía estética intenta mejorar o cambiar la imagen de las personas partiendo de su estado original.

A mitad de camino, entre la estética y la reparación, hay intervenciones como el tratamiento de unas mamas gigantes en niñas, por ejemplo, de doce años, que provocan secuelas psíquicas, así como la malformación o asimetría muy marcada.

“Puede resultar una frivolidad que una niña se haga una reducción pero si esas mamas son enormes son incompatibles con su salud física y con su relación con el entorno”, justifica el doctor Juárez.

Al igual ocurre con la otoplastia, la operación de las “orejas de soplillo”, la más habitual desde niños de seis años.

Aunque es una intervención puramente estética porque no hay una alteración funcional, los menores se deprimen y llegan a acudir al psicólogo, quien deriva a la familia al cirujano.

Cuando se trata de niños, implicar a la familia en el tratamiento se convierte en un aspecto crucial.

“Tiene que haber un tándem entre familia, psicólogos y cirujanos”, señala el doctor Juárez.

En primer lugar, describe el especialista, el pediatra revisa la alteración del menor y la valora, para después derivar el caso al psicólogo o al cirujano plástico.

A la hora de operar, el cirujano tiene en cuenta que la evolución de esa intervención quirúrgica será diferente a la de un adulto, porque sus órganos se siguen modificando y la estructura que se trata también.

Además, el doctor Juárez reconoce que “los niños tienen una capacidad de recuperación y cicatrización muy buenas”.

Esto, unido a la experiencia de buenos especialistas y al entusiasmo del menor ante un nuevo futuro, tiene resultados asombrosos que mejoran la calidad de vida de los pequeños.

Fuente: vanguardia.com.mx